sábado, 5 de diciembre de 2009
Juan de Tortoboso: Buscando respuesta con silencio II
El serafín Cupido, aquel día dejó a Juan de Tortoboso con una gran incógnita.Tampoco la mirada del ángel, su raciocinio, le explicó que era la pregunta dichosa... "que quería decir ese ente de cabellos rizados y faz oronda".
Como todos los atardeceres, dirigióse al mismo rincón de los pensamientos, allí en el mismo árbol donde se oía música intelectual.
A mitad del camino se topó con una mujer con cabello deslumbrante, con dulzura infinita y con rasgos angelicales, "su vecina", nunca la había visto tan hermosa, su tez era blanca, su pelo, liso y rubio como los últimos rayos del sol. Él se quedó vislumbrándola, y vio como ella lo miraba de manera morbosa, era impresionante como en una mirada se podían intercambiar tal cantidad de deseos sexuales. Se enamoró.
Pero no podía pensar en esas cosas, su meta era llegar al árbol con forma de cabeza, y su objetivo era no dejarse llevar por pensamientos del inconsciente, ya que él sabía que la mujer entraba por los ojos, la recordaba el subconsciente y la formalizaba el corazón.
Y por ello, se encaminó...
Publicado por Carlos Montenegro en 15:40
Etiquetas: Juan de Tortoboso
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